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Puerto Rico detiene las plantas eléctricas por la retención de GNL de New Fortress

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Puerto Rico atraviesa una nueva crisis en su sistema eléctrico luego de que varias de sus centrales térmicas quedaran operando al mínimo por falta de suministro de gas natural licuado (GNL), insumo clave para la generación de energía en la isla. La situación ha generado alarma entre las autoridades energéticas y preocupación en sectores productivos y entre la población, que aún recuerda los prolongados apagones de años anteriores.

El problema se originó a raíz de la retención del GNL por parte de la empresa proveedora, lo que ha limitado el abastecimiento a las plantas generadoras de electricidad. Las centrales afectadas operan actualmente en niveles muy reducidos, comprometiendo la estabilidad del sistema eléctrico y elevando el riesgo de interrupciones en el servicio.

Según se ha informado, la empresa responsable del suministro no ha entregado los volúmenes acordados de GNL, lo que ha obligado a activar protocolos de emergencia para evitar una crisis mayor. Las autoridades locales han tenido que recurrir al uso de combustibles alternativos, como el diésel, lo que representa un incremento en los costos operativos y una mayor presión sobre la infraestructura energética.

Las instalaciones que más están sufriendo son aquellas que confían únicamente en el GNL para operar eficientemente, especialmente en las regiones norte y este de la isla. Con estas plantas operando a menor capacidad, se ha aumentado la presión sobre otras fuentes, lo que podría poner en riesgo la estabilidad del sistema en caso de cualquier problema técnico o climático.

El administrador de la red eléctrica ha señalado que, si esta circunstancia persiste, podría haber cortes programados para gestionar la energía accesible. El aviso pretende preparar a los consumidores para posibles cortes de luz y además instar a los encargados del abastecimiento a restablecer el flujo de gas natural.

Esta nueva dificultad vuelve a poner en evidencia la fragilidad del sistema energético de Puerto Rico, que ha estado bajo intensa revisión en los últimos años debido a múltiples fallas, vulnerabilidad frente a fenómenos climáticos extremos y dificultades en la transición hacia energías más limpias. Aunque se han implementado planes de modernización y se ha apostado por diversificar la matriz energética, la dependencia del GNL sigue siendo una limitación crítica.

El efecto financiero de esta crisis ya empieza a hacerse notar. Industrias y comercios han informado incrementos en sus costos de producción por el uso de generadores propios y el aumento en las tarifas de energía eléctrica. Así mismo, organizaciones civiles han señalado el posible impacto social de esta condición, especialmente en comunidades vulnerables que ya enfrentan problemas para satisfacer necesidades esenciales.

La coyuntura ha iniciado un capítulo adicional de fricciones entre los sectores gubernamentales y privados acerca del manejo y supervisión del sistema energético. A medida que las autoridades consideran soluciones inmediatas, como traer combustibles alternativos del exterior y dialogar con la compañía proveedora, se intensifica el debate sobre la importancia de reevaluar los contratos y las normas regulatorias que gobiernan el mercado eléctrico en la isla.

Algunos sectores han solicitado mayor intervención del gobierno federal, alegando que la seguridad energética de la isla no puede estar sujeta a decisiones unilaterales de operadores privados. En tanto, defensores del desarrollo sostenible insisten en que la crisis es una oportunidad para acelerar la adopción de fuentes renovables, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y establecer un modelo energético más resiliente y autónomo.

En tiempos de incertidumbre, numerosos hogares en Puerto Rico permanecen vigilantes ante el desarrollo de la crisis, temiendo que la inestabilidad en el suministro resulte en otra serie de cortes eléctricos similares a los que han impactado la calidad de vida y el crecimiento económico de la isla en años recientes. Cómo se maneje esta emergencia será fundamental para definir si Puerto Rico se encamina hacia una solución estructural o si sigue atrapado en un ciclo repetido de vulnerabilidad energética.

By Otilia Adame Luevano